domingo, 21 de agosto de 2011

De corazón partido




Por Andrea Guzmán

Esta semana, en ¡Al chile!, responderé a la petición de un mensaje anónimo el cual sugiere que publique acerca de cómo superar una ruptura amorosa. Es por eso que me di a la tarea de documentarme sobre el tema y poder darte información que  a nuestra lectora anónima como a todos ustedes les pueda ser de mucha utilidad.

La información que transcribo me la encontré en la web y habla de los sentimientos que nos invaden después de la ruptura amorosa como pueden ser: ira, deseo, desesperación, tristeza y melancolía.

Es necesario dejar claro que tanto mujeres como hombres atravesamos por las mismas fases lo que cambia es la forma en la que se asimila.

Fases de la ruptura

La escena es típica: él o ella te dice “tenemos que hablar” y de repente uno de los dos nota como un nudo se forma en su garganta y espera lo peor, pues sabe que la cosa entre ellos no pasa por su mejor momento y lo que viene después no hace más que confirmar lo que su instinto ya sabía de antemano.
“No eres tú, soy yo… es que en este momento de mi vida no quiero una relación”.
“Has cambiado… yo he cambiado… no has cambiado”.
“No vamos a ningún sitio… deberíamos darnos un tiempo para reflexionar”.

Tras las explicaciones, excusas políticamente correctas  y buenas intenciones “quiero conservar tu amistad” comienza en  cualquiera lo que se llama “El síndrome del corazón roto”.

 Y es que aunque el corazón no se parta literalmente, las penas de amor pueden ser mortales de otras maneras. La tasa de suicidio entre los hombres abandonados es tres o cuatro veces superior a la de las mujeres desdeñadas, y la mezcla de sufrimiento y alcohol es la causa casi segura de que muchos hombres mueran por accidentes de tráfico, peleas y desgracias de todo tipo.

El síndrome del corazón roto tiene dos fases claramente diferenciadas que seguro que más de uno reconocéis por experiencia propia o por amigos: la negación y la depresión.

La negación:
 
En esta primera fase el cerebro trata luchar y protestar ante una situación que cree podría solucionar luchando. En esta primera etapa nuestro organismo se inunda de dopamina, norepinefrina y otros excitantes similares que nos da energía y nos vuelve obsesivos.

Según estudios realizados con la moderna tecnología de la resonancia magnética en personas “locamente” enamoradas, el amor activa las mismas zonas y neurotransmisores que un subidón de cocaína, y otro centrado en personas abandonadas mostraba una especial actividad en algunas de las regiones básicas que se iluminan cuando existe una adicción.

De hecho las zonas coinciden con las regiones observadas en jugadores compulsivos que arden en deseos de conseguir una enorme ganancia. En pocas palabras, cuando nos dejan nos desesperamos igual que los yonkis que necesitan su dosis.

Esta es la típica etapa en la que a ratos odiamos y extrañamos a la persona, tratamos de convencernos de no llamar ni saber nada para luego tratar de saber de ella yendo a los mismos sitios, espiando su Facebook o pasando por su calle a ver si la vemos con otro u otra.

A nivel químico no es muy diferente a esa fase primera de cuando dejamos el tabaco o un vicio: nuestro cuerpo nos pide una dosis y nuestra razón lucha contra nuestro corazón generando nerviosismo, ansiedad y estrés a montones.

La mayor parte de la gente (especialmente los chicos) pierde peso en esta fase. Dado que la persona era una pieza clave en nuestra vida es normal que estemos programados para no rendirnos fácilmente ante la adversidad. El problema es el enorme desgaste físico y psicológico que el vacío provoca en nosotros hasta que al final nos rendimos y aceptamos la situación.

Cabe mencionar que también puede ser el caso contrario  a dejar de comer, se pude comer compulsivamente para llenar el vacío que ha dejado una perdida.

Depresión

Cuando dejamos de plantearnos la posibilidad de volver o arreglar la situación, cuando empezamos a dormir mejor y a recuperar nuestro peso pero aún así seguimos pensando en la otra persona estamos a mitad de camino.

Es la fase en la que reflexionamos, nos acordamos de los buenos momentos con nostalgia y analizamos los malos en busca de una enseñanza o aprendizaje. Tal vez incluso nos echemos toda la culpa a la espalda o simplifiquemos las cosas pensando que todo fue culpa de ella y que en todo momento fuimos correctos.

Es el momento en el que el cerebro se va reajustando a no tener su “dosis” y busca su equilibrio. A no ser que recaigamos –nos encontremos a nuestra ex o algún objeto que provoque un fuerte recuerdo- es la fase en la que nuestro cuerpo-mente se desengancha poco a poco y es cuando los amigos y el entorno pueden ayudar y ser claves a la hora de pasar página.

En una futura entrega hablaremos del tratamiento, de qué cosas funcionan mejor que otras para recuperarnos y tiraremos por tierra ciertos mitos socialmente establecidos.

Pero antes de despedirme, déjenme comentarles que estoy muy contenta porque hoy es el día del trabajador social, si hoy 21 de Agosto, entonces a todos mis colegas muchas ¡felicidades!

Mi frase: “El trabajo social se ejerce con pasión y convicción, y se defiende con carácter” Yeaahhh!


Andrea Guzmán es trabajadora social y realizó su  servicio social en la Dirección General de Atención a la Comunidad Universitaria (DGACU). Como parte del programa de autocuidado de la DGACU, creó este espacio web para estar en contacto contigo y brindarte información que sea de tu interés.

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Mesografía
Publicado el 28 de Agosto de 2009 | Autor: aprendeseduccion
Página consultada el 21/08/2011